El cambio climático es un fenómeno que se está produciendo a nivel global debido a la emisión de gases de efecto invernadero, especialmente el dióxido de carbono, que se produce principalmente a través de la quema de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón. Estas emisiones están aumentando las temperaturas globales y alterando los patrones climáticos.
Una de las consecuencias del cambio climático es el aumento de la frecuencia y la intensidad de eventos meteorológicos extremos, como las tormentas y los rayos. Además, el calentamiento de la Antártida está provocando el derretimiento de los glaciares y el aumento del nivel del mar.
La capa de ozono, que protege a la Tierra de la radiación ultravioleta, también se ha visto afectada por el cambio climático. En 1985, la NASA descubrió un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida, causado principalmente por la emisión de ciertos químicos como el cloro y el bromo. Aunque el tamaño de este agujero ha disminuido en los últimos años, esto no se debe a un esfuerzo consciente por reducir las emisiones de estos químicos, sino al calentamiento del clima antártico.
Algunas compañías petroleras, como Shell y Total, han comenzado a invertir en energías limpias y han formado la “Iniciativa Climática de Petróleo y Gas” para reducir las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero, y desarrollar tecnologías de bajo carbono. Sin embargo, se necesitarían grandes cantidades de dinero para reemplazar completamente los sistemas actuales por sistemas eólicos y solares.
Además, según algunos estudios, en los próximos años se espera un aumento en la actividad eléctrica debido al aumento de la temperatura y de los rayos. Esto puede tener consecuencias graves para la infraestructura eléctrica y los sistemas de energía.
Es importante tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático. Algunas formas de hacerlo incluyen aumentar la eficiencia energética, utilizar energías limpias y reducir el consumo de combustibles fósiles.